Nombre de Dios, Durango |
Esa casa sola que albergó tantas vidas, llenas de días tristes y felices, ahora ya a nadie le preocupa, esos recuerdos bellos se quedaro en el pasado. La sólo gente pasa y ve la casa descuidada, sola, empolvada y no ve las alegrías que se vivieron, los juegos que en el patio se jugaron, esa casa de la carretera que ahora espera escriban otra historia acerda de ella.
Karen Duéñez
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