TE RECUERDO AÚN.
Recuerdo despertar y ver tu callada mirada frente a mí.
Esa mirada, ese gesto, esos ojos,
ojos tan profundos llenos de vida y color,
color que reflejaba de ti tanta belleza,
una belleza producto de esa ternura y fragilidad
fragilidad de un hombre fuerte y débil a la vez, capaz de ser feliz
feliz con lo que la vida misma le ha dado,
que ante las adversidades emana siempre tranquilidad.
Esa tranquilidad que transmite amor
un amor perfecto, un corazón lleno de paz
paz que brota y se transmite desde esa mirada profunda,
profunda como fue tu corazón, un corazón lleno de amor.
Diana Rangel
Un
cajón, el lugar de mis recuerdos o ¿recuerdos olvidados en un cajón?
Era de noche, subí lentamente las
escaleras frías y obscuras,
no tan frías como mi habitación;
entre ahí,
me senté sobre mi cama, volteé la
mirada, y ahí estaba,
ahí estaba ese buró negro, que
supongo, ah estado ahí desde siempre
pero esta vez le eh prestado
atención.
Tiene 2 cajones, que, hacía
tiempo que no los notaba.
Uno, del
tamaño necesario como para guardar aquellas piezas que en algún tiempo fueron mis favoritas.
Bastaba con solo bajar la mirada
para llegar al segundo cajón,
lo abrí y noté que a diferencia
del otro, este era más profundo,
tan profundo como para almacenar
recuerdos.
Puedo ver que hay revistas,
revistas ya leídas, sin importancia ahora,
Hay cajas, cajas llenas de cartas,
unas importan otras no,
Hay regalos, regalos tan insignificantes
quizás,
hay dulces sin sabor ya, pero por
algo estarán allá
Hay pedazos de una historia
Hay también recuerdos de amor,
amores temporales y amores inolvidables,
Hay también una mente que tal vez
todo olvidó pues hay un corazón lastimado que olvidar prefirió.
Diana Rangel
Hola, tal vez el tiempo en que
llegues a leer ésta carta sea muy distinto al que yo estoy ahora, quizás ni
siquiera sea muy conocido esto de las cartas; pues las cosas cambian, las
persona cambian y por tanto el mundo mismo cambia…
No dudo que tu mundo ahora sea
muy interesante y supongo que al paso que vamos ahora para ese tiempo esté muy
avanzado también y cuenten con muchos medios con los cuáles no contábamos
cuando escribí yo ésta carta, pero me gustaría contarte que nosotros teníamos
algo más hermoso y sorprendente, que de no haber sido por la mano del hombre no
habría terminado. Así es, algo donde no había necesidad de la intervención
directa del ser humano, pues era tan asombrosa que sola podía hacer su trabajo:
la naturaleza misma.
Incluso hasta te puedas preguntar
a que me refiero con esto, pues te diré, en mis tiempos era todo aquello que
nos rodeaba sin haber sido modificado por nosotros los hombres; eran los
animales, la tierra o el sol, el aire, ¡los árboles!.
Quise mostrarte una pequeña parte
de esa belleza, es por eso que dentro de ésta carta eh pegado pequeñas hojitas
de árboles. Que, bueno, durante su vida eran aún más bellas, pues tenían color,
y vida misma; no las encontrarás solas pues siempre estarían junto a un árbol
lleno de iguales a ellas, a menos que se desprendieran por razones naturales y
el viento las arrastrara, lo cual era un espectáculo hermoso también.
Por supuesto que no hablaban ni
podían moverse por sí solas pero dentro de ellas existía un mundo lleno de
vida, tan pequeño como para poder lograr observar a simple vista pero tan
grande como para ser capaces de proporcionar la vida misma a todos los demás
seres vivos.
Los árboles estaban repletos de
hojas como éstas, había de distintos tipos, formas, tamaños, colores; tanta
variedad como no te podrías imaginar.
Claro que tenían su propio ciclo de vida, pero ese ciclo debería haberse
seguido como lo era naturalmente sin intervención de nada ni nadie más que de
lo mismo natural.
Pero además de darnos oxígeno
para vivir, también podíamos alimentarnos, incluso algunas tenían propiedades
curativas pues podían ser empleadas para curar algún tipo de malestar aunque
también había algunas otras que eran venenosas y podían dañar severamente.
Como ves, eran tan sencillas pero
verdaderamente sorprendentes, pues escondían un gran mundo impresionante dentro
de ellas.
Diana Rangel
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